Sangre

Hasta hace sólo unas décadas, en la mayoría de los barrios de Buenos Aires era frecuente ver a los vecinos charlando durante horas sentados en las puertas de sus casas. Estas situaciones, hoy extrañísimas de ver, eran típicas escenas de las noches de verano. Sin embargo, a las luchas políticas y el terrorismo de estado de la atroz dictadura de la segunda mitad de los ’70, le sucedió un fenómeno nuevo, de crimen y violencia callejera de otro origen, vinculada con la marginalidad y el delito que se fue instalando de manera más acelerada a partir de la década del ’80.

Durante el año 2000 Diego Levy comenzó a ocuparse de estos temas, que aún no habían ganado el protagonismo mediático que tendrían luego. Salvo casos excepcionales, eran tratados en la sección “policiales” de la mayoría de los diarios y, sólo los muy resonantes accedían a las primeras planas.

Estas primeras fotografías que Levy transformó en un ensayo personal, fueron dando cuerpo a la serie Sangre, que continuó luego, en la búsqueda de similitudes y diferencias, en las ciudades de Río de Janeiro, Medellín y México.

Al estar despojado de las presiones generalmente tendenciosas de las oficinas de redacción, su mirada directa y su encuadre seco, contundente, no buscó el lugar común ni el golpe bajo. Las imágenes muestran lo que hay: descarnadas escenas de violencia, heridos y muertos que pueden aparecer a la vuelta de cada esquina. Escenas que hoy se han convertido en casi cotidianas para los habitantes de estas ciudades. Las protagonizan, las presencian como testigos o las ven en noticieros y periódicos, utilizadas en muchos casos de manera inescrupulosa, en dosis perfectamente calculadas, para incrementar las ventas o para influir en la opinión pública y ejercer presión en operaciones políticas encubiertas.

El incremento de la violencia y el crimen tiene características particulares en cada ciudad y en cada país, pero también elementos comunes que en todos los casos van de la mano de políticas económicas neoliberales y altos niveles de corrupción, que produjeron una fuerte concentración económica, grandes inequidades y una devastadora exclusión social.

Fuera de este circuito y alejado de estos intereses, Levy instala el tema en un campo diferente, el de las artes visuales, ámbito en el que no es frecuente ver imágenes tan crudas y estremecedoras. Como los grandes exponentes de la novela o el cine policial negro, retrata el crimen y la muerte que hoy cruzan brutalmente la vida en las grandes ciudades de Latinoamérica.

 

Juan Travnik

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