Sueños velados

Una cuna destemplada, Buenos Aires, que nadie mece. Sobran, ellos, disuenan, obstruyen, rupturan estéticas. Nosotros, erramos veredas bajo sus mismas lunas, aventamos la artera cobija de números procaces, alzamos índices.

Costras, ellos, cosas dejadas ahí, basura de nadie que late y transpira, perdura y padece. Una lágrima huraña les resbala la piel, no tienen más que la rigidez y la bruma que en el tiempo les hemos sabido tatuar.

Arrumbados en nuestro silencio, dormidos, ellos dicen sin letras, interrogan nuestros ojos, manos, voces. Nos signan, clausuran discursos, nos espejan.

Las imágenes umbrosas y cenizas de Malena, se despliegan luminosas, cristalinas, y convocan, nos convocan. Nos arrojan de nuestras miserias y proezas cotidianas hacia la ciudad concreta de carne y hueso que transitamos; nos devuelven al día, nos detienen en esas calles, las nuestras, nos sitúan protagonistas de una cuna destemplada y hostil que nadie mece.

Jorge Tasín

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